Amor, nostalgia, melancolía y soledad son algunas de las emociones que nos presenta Benedetti en esta gran novela. Lectura perfecta para un día lluvioso.
Escritor, poeta, dramaturgo y periodista uruguayo. Integrante de la Generación del 45, a la que pertenecieron, entre otros, Idea Villariño y Juan Carlos Onetti. Su prolífica producción literaria incluyó más de ochenta libros, algunos de los cuales fueron traducidos a más de veinte idiomas. En su testamento dejó creada la Fundación Mario Benedetti para preservar su obra y apoyar la literatura. La tregua y Primavera con esquinas rotas son sus novelas más conocidas.
Martín Santomé, viudo con tres hijos, en las vísperas de su jubilación comienza a registrar en un diario su vida gris y sin relieve. La rutina cotidiana en la oficina y la de un hogar desnudo y crispado se verá alterada cuando irrumpe en su camino la joven Laura Avellaneda, su nueva empleada. Y este hombre, casi sin proponérselo, decide abrir en su vida un paréntesis luminoso.
Mario Benedetti es un gran poeta, y siendo Estados de Ánimo mi poema favorito, me dispuse a leer algo suyo en formato de novela.
La tregua fue un recorrido bastante extravagante y emocional, que no solo me hizo reflexionar por montones acerca de mi vida y de las que me rodean, sino que también me permitió conocer más al autor, que por la fecha en que escribió esta novela, podría pensarse que está inspirada en el mismo.
Martín Santomé es nuestro protagonista y está a punto de jubilarse, y se siente feliz y preocupado al mismo tiempo. Se acerca el tiempo de ocio, y con una familia separada y su mujer fallecida, sus próximos años pueden ser tanto muy felices, como deprimentes. Y fue justo aquí que encontré el primer gran tema de esta novela.
Mis padres están también muy cerca de la jubilación, y platicando con más amigos me di cuenta de que la situación de Martín no es única. Trabajar para una empresa más de 30 años y con una misma rutina no es algo fácil de dejar atrás. Por lo que el manejo de esté tema me pareció clave y acertado.
La narración que utiliza Benedetti es bastante fresca, lo cual me sorprendió y gustó, ya que aún después de tantos años de haberse publicado y con un personaje de 50 años, la lectura me pareció juvenil. Bastante adecuada al ritmo y fluidez que tiene la historia. Presentada en forma de un diario, es más fácil leer y no perderte en el hilo de la historia.
En este diario vamos conociendo la vida de nuestro protagonista y cómo va luchando internamente ante su próxima jubilación, sus pensamientos, angustias y deseos. Además, me pareció idóneo que vamos conociendo su pasado por medio de divagaciones y reflexiones que el propio Martín hace y recuerda, se sienten bastante naturales. Considero que los personajes tienen un buen desarrollo, ya que constantemente nos muestran sus aprendizajes y cómo poco a poco van encontrándose consigo mismo. Descubriendo miedos, gustos, pensamientos y perspectivas. No me costó en lo absoluto conectar con ellos y adentrarme de lleno en su historia.
El tema de la nostalgia, melancolía y soledad también son persistentes a lo largo de la novela, con un toque de crecimiento personal. A mi parecer, la historia es bastante enriquecedora y te deja con muchas reflexiones, manteniendo un buen nivel de entretenimiento, ya que querías saber que sucedería después. Y justo con los temas mencionados antes, las palabras y frases son bastante emocionales ya que, con la forma de escribir de Benedetti, los sentimientos de los personajes eran transmitidos al lector de una manera bastante pasional.
Asimismo, las partes románticas y “cursis”, son muy poéticas y te hacen enamorarte del amor. Son escenas muy especiales y que me dejaron con un millar de frases memorables.
Un detalle que también me gustó mucho y no estoy seguro de que haya sido a propósito o puede ser algo que yo interpreté, fue que la historia es más rápida y fluida debido a que algunos días en el diario del personaje son muy breves y concisos. Así como se va el tiempo de rápido en el libro, así de rápido se va la vida. Me pareció algo muy ingenioso y original.
El desenlace fue mi parte favorita, cuenta con un ritmo excelente y unas descripciones muy bien hechas. Recreó a la perfección los sentimientos de una persona que tiene dudas sobre su futuro y miedo sobre su pasado. Y el mensaje que expresa con las últimas páginas me pareció abrumador y preciso.
Sin que pudiera predecirlo, me dio un giro de 360 grados que sin pensarlo me inyecto adrenalina, haciendo que mis ojos no pararan de leer. Las últimas páginas le dan sentido a todas las demás.
Esta novela va dirigida para todo público, pero siento que dependiendo tu edad recibirás un distinto mensaje. Aquí te dejo lo que, en mi opinión, aprendería un joven y un adulto.
Para los jóvenes nos sirve para saber que no importa la edad que tengamos, los miedos, preocupaciones, angustias, momentos de felicidad y dudas siempre nos van a acompañar. Son parte de nuestra narrativa. Cada paso que demos o acción que no hagamos, definirá quienes somos.
Y para los adultos, le servirá para aceptarse como uno es, a encontrarse consigo mismo, la paz personal y aceptar la soledad que por momentos nos rodea.
También considero que es una buena lectura para alguien que recientemente perdió a algún familiar o amigo.
El título de “La tregua” tiene muchísimo sentido cuando terminas la novela.
La historia de Martín Santomé permanecerá conmigo por mucho tiempo, manteniendo las reflexiones y pensamientos que surgieron al leerla. Una gran novela de ficción y romance que me hicieron enamorarme más del talento indescriptible que tenía este autor.
Buena lectura para iniciar el hábito de la lectura.
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